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BROTE DE PERAL. ELENA AITZKOA

A cura d'Isabel de Naverán

BROTE DE PERAL reúne dos agrupaciones de esculturas de Elena Aitzkoa: «Terraplén» y «Brote», creadas en verano de 2021 y primavera de 2022, respectivamente.

El periodo de creación coincide con el momento en que la artista deja su estudio compartido, situado en un pabellón industrial en el barrio de Larraskitu, en Bilbao, y comienza a trabajar en un terreno enraizado en el paisaje de Apodaka. Las dos series se han creado en un estrecho diálogo con la experiencia tangible de este lugar y con los elementos que lo conforman. Las condiciones materiales siempre de algún modo condicionan la forma final del trabajo de Elena Aitzkoa, pero en «Terraplén» y «Brote» esto se hace aún más evidente. No es casualidad que estas piezas adopten un tamaño algo mayor que en series previas. Parece que, de alguna manera, las esculturas se hubieran hecho a sí mismas.

Dejar que la escultura atienda y responda a sus cualidades intrínsecas, interviniendo lo necesario para que tome lugar, requiere de un ejercicio somático de escucha y de un manejo en tiempo real con el procedimiento material. Requiere cierta fuerza física y una atención a los ritmos en los que sus elementos se disponen. En las agrupaciones que forman parte de esta exposición, el trabajo no se hace —o no solo— con las manos, sino con todo el cuerpo: con los dedos, las palmas, las muñecas, los brazos, los hombros, las axilas, los omóplatos, la espalda, el pecho, el vientre, la pelvis, las piernas, la cabeza.

Hay, por tanto, una cuestión de ritmo. Pero no un ritmo sino varios, aconteciendo a la vez. A veces se incluyen unos a otros. Actúan protegiéndose, en un proceso vivo que avanza a medida que las esculturas se forman. Por un lado, hay un ritmo que responde a la adecuación entre los cuerpos —el de Elena y el de las formas, su peso, su volumen—, pero también hay un trabajo que se da desde dentro de la materia y que contiene una multiplicidad de pulsos.

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