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Carlos Bunga. Juxtaposicions. Un joc de 576 pàgines, 12 figures, 9 colors.

A cargo de Ricard Ibernon Pons. Con la complicidad de Anna Roigé

Conocimos a Carlos Bunga en 2021 a partir de la relación de amistad con Manuel Guerrero. En Tinta Invisible estábamos a punto de concluir el periodo de suscripción a Inventari d’ombres de Joan Foncuberta y necesitábamos ceder el testigo de otro trabajo de libro de artista a un autor cuya obra nos cautivara.

Estos proyectos de edición son un reto ilusionante y forman parte del propósito que defendemos. Empiezan en un punto cero, en el que la propuesta de encargo al artista es firme, y se abre el diálogo en franca complicidad con el autor y con todos los compañeros implicados en la edición. El planteamiento es el de resolver un trabajo singular y de carácter múltiple, en el formato que sea, para enaltecer el proyecto artístico que nos proponemos. Una vez definido el proyecto, realizamos el plan de trabajo y seguimos, sin cesar, los pasos de los oficios artísticos a favor del sentido pleno de la pieza.

Primero había que definir el formato, acertar la elección del papel, el proceso de los troqueles, la atadura del bloc, la fabricación de las cajas plumier y, en paralelo, la maquetación del folleto con los textos imprescindibles. Carlos Bunga nos allanó el camino y en el periodo de un año pudimos ejecutar el plan de la producción.

Juxtaposicions es un punto alto de la producción editorial de Tinta Invisible. El autor nos habla en el subtítulo de Un joc de 576 pàgines, 12 figures, 9 colors. Este enunciado expresa la idea en toda su literalidad: tenemos en nuestras manos un libro encuadernado en cuadernillos que es a su vez un bloc de 576 páginas de hojas blancas de tamaño 51 × 35 × 11 cm y de 11,6 kg de peso. Todas estas hojas tienen troqueles de 12 geometrías diferentes repartidas en conjuntos en las zonas centrales de cada página, y también se incorporan 9 separadores de colores de su paleta pictórica, situados intencionadamente dentro de las páginas del libro. La colocación de estos separadores genera espacios de volumen en nuevas posibilidades de geometrías infinitas. Estamos hablando de unos espacios que cambian por la voluntad del espectador del libro, que puede situar los colores donde más le plazca, de modo que hace efectivo el juego de creación que promueve el autor.

Este libro va dentro de una caja plumier de madera con la tapa de cristal que se desliza y permite acceder al bloc. La «contracubierta» del estuche es de un color amarillo solar, expresión clara de la luz de su paleta. Dentro de esta caja encontramos un estante en la base del libro, que incorpora medio escondido un folleto con textos de Carlos Bunga; del historiador del arte Paulo Miyada, y del curador de la edición, Manuel Guerrero.

El libro de papel blanco se expande en sí mismo, no tiene cubiertas y con la atadura adquiere firmeza. Las páginas blancas se proyectan fuera de los márgenes del formato y solo la geometría de la ausencia define un centro posible. En este espacio blanco, los colores otorgan una mirada más humana.

El juego que propone Carlos Bunga apela directamente a la visión del espectador en el proceso creativo. El espectador del libro puede redefinir el resultado final de la pieza, una pieza que resulta diferente y necesariamente nueva a partir del ejercicio simple de intercambiar y resituar las ubicaciones de los separadores de colores en el despliegue de las páginas del bloc.

El espectador del libro modifica la estructura de las geometrías y resignifica el bloc del libro sin limitaciones. En un supuesto radical, podríamos, sin embargo, no poner ningún separador y segar la visión total de su profundidad. Carlos Bunga sonríe y pide al lector que complete el resultado final. Del mismo modo, el artista Joseph Beuys afirmaba el papel que tiene todo hombre en la capacidad universal de creación y transformación a través del arte.

La facultad de reflexión y creación del observador de la obra de arte genera en él una mirada inusual con la incorporación de nuevas capas de profundidad a la decisión tomada. Tenemos la capacidad de ser partícipes y cómplices de la vivencia creativa.

Carlos Bunga provoca una situación paradójica dando por bueno todo lo que acontecerá. El artista abre la posibilidad a la elección de la posición final; esta elección se nutre de la incertidumbre, de la ilusión y la vacilación, antes de tomar la decisión del último gesto que conformará la solución. No existe una buena situación ni otra mala; es en el hecho de actuar y de hacer, que aparece el sentido que enaltece la obra.

En su práctica artística, Carlos Bunga incorpora el proceso creativo como parte esencial de la obra, que siempre se expresa en un presente absoluto. Sin un plan previo riguroso, el escultor trabaja directamente en el espacio, y deja que la acción fluya libremente. El artista, sin miedo ni reservas, crea y deshace, destruyendo y redefiniendo constantemente la construcción inicial. Lo que el autor crea surge de un propósito vital: generar un nuevo espacio que renace en un tiempo nuevo cada vez.

 

Dibujos originales en la pared

De este libro y del remanente de máculas troqueladas, el autor «recicló» un conjunto de páginas sueltas que usó de lienzo de papel para dibujar. El resultado es una serie de dibujos fantásticos que sobrevuelan el trabajo de edición. Carlos Bunga yuxtapuso cartulinas de colores de su paleta, de modo que creó collages de formas y geometrías regeneradas. Son dibujos precisos, en los que el corte de la forma hace sombra al color, y el color emerge, repentino y vivo, como una herida que revela la luz oculta debajo de la superficie.

Así, cada pieza se convierte en una geometría manifiesta que acordona vacío y plenitud, una celebración de la forma que transforma los fragmentos en universos, en la que las formas son construcciones efectivas de un lenguaje antiguo, hablan de la belleza y del mundo que siempre hace resonar vida.

En 2022, en la feria Arco de Madrid, se exhibieron estos dibujos en el estand de la Galeria Vera Cortês de Lisboa. Se mostraron en la pared principal, donde construían una retícula regular impecable. La visión del conjunto causó un fuerte impacto entre los visitantes, y la asociación de críticos de arte le concedió el premio al artista contemporáneo más relevante de la edición.

En esta exposición en La Panera, Carlos Bunga ha seguido realizando la serie de dibujos con el mismo modo de proceder. Estas geometrías se mueven en el plano frontal, exaltando el espacio geométrico puro, haciendo desaparecer cualquier vestigio de color anterior. Aparece un dibujo de luz, tal y como lo podríamos haber imaginado inicialmente en un sueño vaporoso en aquel momento justo antes del despertar. En estos dibujos, cualquier apelación a la emoción desaparece y deja el espacio limpio y diáfano al libre albedrío.

Carlos Bunga (nacido en Oporto, Portugal, en 1976) es un reconocido artista visual contemporáneo afincado en Barcelona. Su práctica artística se centra en la creación de instalaciones inmersivas, en las que utiliza materiales sencillos como el cartón, la cinta adhesiva y la pintura, para explorar temas como la temporalidad, la memoria y la transformación del espacio.

Bunga es conocido por su proceso creativo experimental, que a menudo incluye la destrucción y reconstrucción de sus obras para invitar al público a reflexionar sobre la fragilidad y la impermanencia de la arquitectura y la vida cotidiana.

Ha participado en exposiciones individuales y colectivas en prestigiosos museos e instituciones de todo el mundo: el Guggenheim de Nueva York, el Museo Reina Sofía de Madrid, el MACBA de Barcelona, el Museo Serralves de Oporto y la Bienal de Venecia, entre otros. También ha sido invitado a realizar proyectos site-specific en contextos diversos, siempre adaptando sus creaciones al entorno y dialogando con los espacios donde ha trabajado. Recientemente, hemos podido ver su trabajo en la Manifesta 15, en una gran instalación en las Tres Chimeneas de Sant Adrià de Besòs.

Carlos Bunga ha recibido múltiples reconocimientos por su innovación artística y su capacidad de cuestionar los límites tradicionales entre arquitectura, escultura y pintura. Además, su trabajo a menudo pone de relieve problemas sociales y ecológicos, lo que dota su obra de una profunda carga conceptual y humanista.  

 

Ricard Ibernon Pons

Ficheros